sábado, 24 de abril de 2010

Los hijos de las parejas homosexuales ya tienen su guardería



En Suecia, ser gay no debería suponer problema alguno, pero la realidad es que todavía falta mucho camino por recorrer. Los hijos de las parejas homosexuales representan una nueva generación que necesita apoyo y unas reglas de juego que hasta ahora no existen.

En coincidencia con el debate sobre la posibilidad de que los homosexuales puedan contraer matrimonio, a lo que se oponen los democristianos en el gobierno y la Iglesia Sueca, salta la noticia de que se ha inaugurado en Nörrköping una guardería y jardín de infancia para los denominados «niños del Arco Iris».
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Ese centro, primero en su género, está dedicado única y exclusivamente a aquellos pequeños que crecen y se educan en familias homosexuales. La guardería, abierta las 24 horas del día, se alberga en la iglesia de Sankt Olai, que les ha cedido parte de sus locales, y es costeada totalmente por la comuna de Fingspång.
En este primer Jardín de Infancia para los hijos del colectivo «gay», hay «familias» de todas clases: dos papás homosexuales, dos mamás lesbianas, una mamá bisexual y un papá o dos lesbianas y dos homosexuales que se reparten el cuidado del nene. Combinación «Arco Iris». El grado de libertad alcanzado en la relación de pareja ha planteado una nueva situación familiar muy delicada.
Los hijos de las parejas homosexuales (adoptados o engendrados de diversas formas) están hechos un lío y les cuesta encontrar su puesto en una sociedad tradicional dominada por los heterosexuales.
Esos niños, que crecen y se educan en hogares atípicos con padres o madres del mismo sexo, son víctimas de unas costumbres que no acaban de entender y cuando alcanzan la edad de ir al cole, sin todavía haber asimilado su situación familiar, sufren al comprobar que todos sus amigos tienen un papá y una mamá mientras ellos solamente tienen dos papás o dos mamás.

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